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Back to the archive > La ajara (Chenopodium hircinum Schrad, de la familia Chenopodiaceae) que en lengua Aymara significa "quinua silvestre”, es una planta comestible anual herbácea de un tamaño de entre 30 a 100 cm de altura, que logra desarrollar entre 10 a 25 ramas, compuesta por hojas verdes de forma romboidal. Sus flores son de color amarillo verdosas muy pequeñas (1-2 mm) agrupadas en glomérulos de color verde. Las semillas son de color negro brillante de entre 1 a 2 mm de diámetro, de corteza dura y aroma similar a la tierra.
Esta planta es un pseudocereal que puede ser almacenado para su preservación, por lo tanto, su consumo puede realizarse durante todo el año garantizando así la sostenibilidad alimentaria de las regiones donde es cultivada. Se consume de forma tradicional en pito (ajara pulverizada), también sus hojas tiernas son utilizadas en ensaladas y sopas. Con los granos lavados y molidos pueden realizarse recetas como la “kispiña negra” (galleta andina en aymara). Uno de los platos tradicionales de las personas del altiplano, en épocas de lluvia e invierno, es la Lawa de Ajara que además de nutrir ayuda también a mantenerse caliente.
La planta pertenece a la zona del altiplano boliviano (departamentos de La Paz, Oruro y Potosí), característico por sus temperaturas bajas, aun más en invierno, y zona de escasez de vegetación y puede encontrarse en altitudes promedios de 4000m.s.n.m.
Mdura entre los 4 y 6 meses (de octubre a marzo) y se puede consumir entre abril y mayo. Siendo una planta silvestre, su recolección (de forma manual y en la mañana temprano) se realiza antes de llegar a su madurez . Se inicia por la determinación de la humedad del grano o cuando la planta se torna amarilla, las hojas cambian de color y empiezan a caerse.
Las plantas se cortan con una hoz, a una altura de 15 a 20 cm del suelo, se agrupan a un lado de manera uniforme sobre una manta para facilitar su traslado (cuando está maduro el grano se derrama fácilmente) y posteriormente se realiza el trillado: bajo una tela se colocan las panojas unas sobre otras, se golpean las panojas con palos o son pisadas por un animal. Por último, se realiza la limpieza a través del venteo, aprovechando las corrientes del viento por la tarde.
La ajara ha sido importante en las culturas del altiplano boliviano debido a su alto valor nutricional y energético para la dieta diaria y también en sus usos medicinales (usada contra torceduras, fracturas y demás daños ligados a las arduas tareas del campo). No es claro el origen de la ajara pero se puede advertir su uso en la cultura milenaria Chipaya del altiplano Orureño hace 2500 a.C. (una de las primeras culturas de esta región altiplánica) y en vestigios arqueológicos en la cultura Chiripa (1500 a.C.) en el altiplano del departamento de la Paz, cerca al lago Titicaca.
La recolección de la ajara es realizada por las mujeres, evidenciando su rol en el abastecimiento alimentario de la comunidad. Este rol posiciona y empodera de manera oportuna a las mujeres que adquieren además de una responsabilidad, una gran importancia dentro de la comunidad y de las familias.
Siendo silvestre, la ajara solamente se recolecta y no es sembrada. Por este motivo su recolección, almacenaje y abastecimiento es muy limitado. A veces es comercializada en ferias locales en pequeñas cantidades, aunque en su mayoría es para consumo familiar. Se requiere más estudio, adecuación a suelos, conocimiento acerca de su crecimiento y aportes nutricionales.
Actualmente esta especie, se encuentra en peligro de extinción dado que ha pasado inadvertida durante mucho tiempo por la comunidad científica y por círculos de producción comunitaria. Su mayor amenaza es la desinformación sobre sus características organolépticas y nutricionales por parte de los agricultores, que la denominan “hierba mala” y la sacan de sus cultivos, desperdiciando y poniendo en riesgo a esta planta de características estratégicas para la región.
Dentro de los pseudocereales más nutritivos que existe en la región, la ajara posee un lugar privilegiado superando en valor nutricional a la quinua real. Este dato incita a la revalorización del uso, producción, transformación y consumo de tan infravalorada planta. Es importante destacar, difundir y socializar la importancia de esta planta, vital para combatir la desnutrición principalmente de los niños del altiplano, fomentando la economía familiar y regional, posicionando alternativas que aporten a la sostenibilidad alimentaria.
Para asegurar la preservación de esta especie en el tiempo, es necesario revalorizar y promover la ajara concientizando a los agricultores sobre sus bondades nutricionales, aportes al medio ambiente y a la economía familiar y nacional, estudiarla y explorar su domesticación.
Hasta hoy, no se ha producido la Ajara de forma organizada.
Esta planta es un pseudocereal que puede ser almacenado para su preservación, por lo tanto, su consumo puede realizarse durante todo el año garantizando así la sostenibilidad alimentaria de las regiones donde es cultivada. Se consume de forma tradicional en pito (ajara pulverizada), también sus hojas tiernas son utilizadas en ensaladas y sopas. Con los granos lavados y molidos pueden realizarse recetas como la “kispiña negra” (galleta andina en aymara). Uno de los platos tradicionales de las personas del altiplano, en épocas de lluvia e invierno, es la Lawa de Ajara que además de nutrir ayuda también a mantenerse caliente.
La planta pertenece a la zona del altiplano boliviano (departamentos de La Paz, Oruro y Potosí), característico por sus temperaturas bajas, aun más en invierno, y zona de escasez de vegetación y puede encontrarse en altitudes promedios de 4000m.s.n.m.
Mdura entre los 4 y 6 meses (de octubre a marzo) y se puede consumir entre abril y mayo. Siendo una planta silvestre, su recolección (de forma manual y en la mañana temprano) se realiza antes de llegar a su madurez . Se inicia por la determinación de la humedad del grano o cuando la planta se torna amarilla, las hojas cambian de color y empiezan a caerse.
Las plantas se cortan con una hoz, a una altura de 15 a 20 cm del suelo, se agrupan a un lado de manera uniforme sobre una manta para facilitar su traslado (cuando está maduro el grano se derrama fácilmente) y posteriormente se realiza el trillado: bajo una tela se colocan las panojas unas sobre otras, se golpean las panojas con palos o son pisadas por un animal. Por último, se realiza la limpieza a través del venteo, aprovechando las corrientes del viento por la tarde.
La ajara ha sido importante en las culturas del altiplano boliviano debido a su alto valor nutricional y energético para la dieta diaria y también en sus usos medicinales (usada contra torceduras, fracturas y demás daños ligados a las arduas tareas del campo). No es claro el origen de la ajara pero se puede advertir su uso en la cultura milenaria Chipaya del altiplano Orureño hace 2500 a.C. (una de las primeras culturas de esta región altiplánica) y en vestigios arqueológicos en la cultura Chiripa (1500 a.C.) en el altiplano del departamento de la Paz, cerca al lago Titicaca.
La recolección de la ajara es realizada por las mujeres, evidenciando su rol en el abastecimiento alimentario de la comunidad. Este rol posiciona y empodera de manera oportuna a las mujeres que adquieren además de una responsabilidad, una gran importancia dentro de la comunidad y de las familias.
Siendo silvestre, la ajara solamente se recolecta y no es sembrada. Por este motivo su recolección, almacenaje y abastecimiento es muy limitado. A veces es comercializada en ferias locales en pequeñas cantidades, aunque en su mayoría es para consumo familiar. Se requiere más estudio, adecuación a suelos, conocimiento acerca de su crecimiento y aportes nutricionales.
Actualmente esta especie, se encuentra en peligro de extinción dado que ha pasado inadvertida durante mucho tiempo por la comunidad científica y por círculos de producción comunitaria. Su mayor amenaza es la desinformación sobre sus características organolépticas y nutricionales por parte de los agricultores, que la denominan “hierba mala” y la sacan de sus cultivos, desperdiciando y poniendo en riesgo a esta planta de características estratégicas para la región.
Dentro de los pseudocereales más nutritivos que existe en la región, la ajara posee un lugar privilegiado superando en valor nutricional a la quinua real. Este dato incita a la revalorización del uso, producción, transformación y consumo de tan infravalorada planta. Es importante destacar, difundir y socializar la importancia de esta planta, vital para combatir la desnutrición principalmente de los niños del altiplano, fomentando la economía familiar y regional, posicionando alternativas que aporten a la sostenibilidad alimentaria.
Para asegurar la preservación de esta especie en el tiempo, es necesario revalorizar y promover la ajara concientizando a los agricultores sobre sus bondades nutricionales, aportes al medio ambiente y a la economía familiar y nacional, estudiarla y explorar su domesticación.
Hasta hoy, no se ha producido la Ajara de forma organizada.